miércoles, 20 de febrero de 2013

LOS SECRETOS DEL TEMPLO INTERNO °

Cada símbolo tiene siete significados o siete interpretaciones. Ya explicamos dos, en las dos anteriores Iniciaciones: la del Grado de Aprendiz y la del Grado de Maestro Secreto. Ahora nos corresponde alzar el tercer velo de los Misterios, o de la Tercera Iniciación, que pertenece al Grado de Maestro Elegido de los Nueve. En cada Grado de la Masonería fluyen ciertas corrientes etéricas a través o alrededor de la columna vertebral de cada iniciado. En la espina dorsal se encuentran tres conductos llamados simpático, vago y central, los cuales corresponden a lo que los Yoguis llaman: Ida, Pingala y Sushumña. Ida y Pingala tienen sus lados izquierdo y derecho respectivamente, y son el sostenido y bemol de la nota Fa de la naturaleza humana que, cuando vibran debidamente despiertas, producen, en ambos lados, vibraciones que subyugan lo inferior por medio de lo superior. Los dos aires o vibraciones vitales que pasan por el simpático y por el vago provienen de la comente etérica pura que atraviesa el conducto central; cada una tiene una senda particular y convierte la libre corriente espiritual del conducto central en dos vibraciones semimateriales: la positiva y la negativa.

Uno de los objetivos del plan de la Masonería es el de estimular en el cuerpo humano la actividad de estas fuerzas a fin de apresurar la evolución. En la primera Iniciación del Primer Grado, Ida o el conducto izquierdo, el aspecto femenino en el hombre, se despierta y otorga al candidato la fuerza para dominar sus pasiones y emociones. En el Segundo Grado, se desenvuelve Pingala o el aspecto masculino, el cual otorga el dominio de la mente. En el Tercer Grado de Maestro se despierta la energía central y se da paso a la influencia superior del Espíritu, para que ascienda nuevamente hacia el cerebro.

El estímulo de estos nervios y fuerzas que fluyen por ellos es tan sólo una pequeña parte del beneficio otorgado por el Maestro cuando blande la espada en el momento de la admisión. Ascender masónicamente Grado tras Grado es semejante, ni más ni menos, a la ordenación eclesiástica de los sacerdotes. Los efectos son reales e infalibles en cuanto a sus resultados en la vida espiritual; a pesar de esto, dependen totalmente de la propia voluntad del candidato, y por eso se ha dicho que "El hábito no hace al monje". Y también, como dijo Ward: "El beneficio espiritual que un individuo recibe de la Masonería es exactamente proporcional a su deseo y capacidad para comprender su significado interno".

El Primer Grado de Aprendiz corresponde al de Subdiácono de la Iglesia. En este Grado, el Aspirante debe dominar los tres planos de su naturaleza, o sea, el cuerpo físico con sus impulsos, el plano astral con sus emociones y deseos violentos, y el plano mental con sus divagaciones e inestabilidades, para que se sometan y obedezcan al Yo Superior, se conviertan en instrumento positivo valioso, de adiestramiento, y útil para ponerse a su servicio. Este es el trabajo del Primer Grado o de autodesarrollo. El Segundo Grado corresponde al de Diácono. El compañero debe convertir su cuerpo de deseos en un instrumento perfecto para expresar la emoción superior y, al mismo tiempo, para tratar de dominar su cuerpo mental. El Grado de Maestro Masón equivale al de Sacerdote, o el ser que puede manejar a voluntad los poderes que le fueron otorgados. El Cuarto Grado es el del Obispo, quien sostiene en su mano el báculo magnetizado. Es el Maestro que está en condiciones de poder dar esa energía, conferir Grados elevados y bendecir con mayor eficacia que un Sacerdote.

Todos los masones de Grados altos tienen en sus manos poder para dar la bendición en Su Nombre (en nombre del G.A.D.U. Gran Arquitecto del Universo). Sin embargo, lamentablemente, son muy pocos los masones modernos que perciben la santidad de su oficio y la grave obligación de emplear sus poderes para ponerlos al servicio del mundo.

Aquí debemos aclarar que, si el aprendiz, el compañero o el Maestro no practicara ni se familiarizara con las enseñanzas contenidas en los Grados anteriores, no podrá entender la explicación del tercer significado del símbolo. Por esto fue necesario dividir las enseñanzas masónicas en Grados, facilitando de esta manera el paulatino y gradual estudio y práctica hasta llegar a comprender el espíritu recóndito de la intuición. Ahora ya podemos continuar con nuestro trabajo consistente en seguir alzando el tercer velo del Misterio.

En ciertas Logias se perdió el sentido de orientación. La Logia debe acatar la Ley de la Magnetización a fin de orientar debidamente. Entre el ecuador y los polos de la Tierra hay una constante corriente de fuerzas en ambas direcciones, mientras otra corriente se desplaza en sentido perpendicular, el cual se mueve alrededor de la Tierra y en la misma dirección. Como veremos, ambas corrientes se utilizan en los trabajos de la Logia al alzarse el tercer velo de las ceremonias. La Ciencia ya comprobó que, para lograr un sueño tranquilo, el ser humano debe dormir con la cabeza vuelta hacia el norte porque el magnetismo llega nosotros desde esa dirección. Como ya se explicó, la Logia es la representación del cuerpo humano, y se la debe orientar adecuadamente para que reciba mejor las influencias cósmicas.

El Pabellón Celeste de la Logia, con sus diversos colores, señala un tercer significado porque la bóveda celeste es azul, no de varios colores, salvo durante la aurora y el ocaso. El verdadero Pabellón Celestial es el aura del hombre. Es la resplandeciente vestidura del Iniciado, según el Himno Gnóstico. Es el cuerpo glorioso del alma humana en el mundo sutil invisible.

Se considera que el Altar Masónico es la representación de los dos altares antiguos: el de los sacrificios y el del incienso (léase "Esta es la Masonería, Primer Grado". Desde este altar se eleva el Gran Yo Soy, el agradable incienso de amor, consuelo y verdad fraterna, mientras que sobre el permanecen indómitos los apetitos y las pasiones desenfrenadas del hombre. En muchas Logias queman incienso sobre el altar, y también encienden en é1, o cerca de el, una lucecita con un tubo de cristal, de color rubí, el cual simboliza el reflejo del Fuego Creador en la materia y guarda exacta correspondencia con lámpara que arde constantemente en las iglesias católicas ante el sagrario que guarda la Hostia.

Las tres columnas del Templo significan la Trinidad del Absoluto: Padre, Hijo y El Absoluto, en quién existen todos los seres y cosas. Sin embargo, en aspectos o manifestaciones separadas, el Espíritu Santo (Madre-Materia) es el Hacedor o Constructor del mundo externo, es el Hijo y la Vida en todos los seres: "La Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo". Todo objeto material es parte de Dios espíritu Santo (o Madre-Materia, porque antiguamente la palabra espíritu Santo era femenina en arameo, y se la masculinizó en los idiomas latinos), mientras que cada vida forma parte de la Consciencia de Dios Hijo, o Logos Solar manifestado. La gloria invisible y la felicidad inefable del Padre permanece invisible detrás de los dos últimos aspectos.

El Espíritu Santo es trino, y su Trinidad consiste en Sabiduría, Fuerza y Belleza. La Sabiduría se halla en el plano del Divino Arquitecto. La Fuerza es la Energía con la cual Dios Espíritu Santo constituyó todas las cosas, y la Belleza es la expresión de Dios que aparece en todas las cosas... Éstas son las tres partes de todo el mundo objetivo, las cuales constituyen el edificio de la Logia y el cuerpo del hombre en el que la vida cumple su papel.

Todos los seres vivos que pueblan este mundo muestran, en diversos grados, la Luz de la Vida y Consciencia Divina. Todos son partes de Dios Hijo, del Cristo, del Redentor, de la Vida crucificada en la materia. El Cristo también es trino: Voluntad Espiritual, Amor Intuitivo e Inteligencia Superior: Amor, Voluntad y Pensamiento.

El Venerable Maestro representa la Voluntad Divina del Cristo que dirige la obra de perfeccionamiento del hombre; el Primer Vigilante representa el Amor Divino del Cristo; y el Segundo Vigilante, el Pensamiento Divino. Las Joyas de estos Oficiales simbolizan respectivamente: voluntad, amor y pensamiento. También observamos que, cuando el Segundo Vigilante baja su pequeña columna y el Primer Vigilante levanta la suya, esto indica que vamos a interesarnos en la vida, a trabajar en lo relacionado con la consciencia del hombre, y en lo que atañe a asuntos materiales: a edificar el Templo del Hombre, no un templo para el hombre. Las tres columnas representan las tres cualidades de la Logia material. A su vez, los tres dignatarios principales simbolizan las tres cualidades de la consciencia o vida.

Entonces el hombre es una consciencia espiritual trina, vestida con una personalidad cuaternaria que consta de cuerpo físico, cuerpo etérico o contraparte del físico, cuerpo de deseos o emocional, y cuerpo mental. Los dos últimos constituyen su archivo privado y museo de emociones y pensamientos personales. A fin de profundizar más, debemos leer "Esta es la Masonería. Primer Grado"

No hay vida sin materia ni materia sin vida. El espíritu no puede tener existencia sin materia, ni la materia puede existir sin el espíritu. Por consiguiente:

Dios Padre - Espíritu
Dios Madre (Espíritu Santo) - Materia
Dios Hijo - l hombre es la imagen de Dios como expresión o continuación del mismo Dios, porque es la luz que transporta la imagen, y en la medida en que el hombre es capaz de recibir y reflejar esta luz, es parte consustancial de ella y se identifica con Dios.
La Estrella de seis puntas significa la unidad del espíritu y la materia, de Dios manifestado en su Universo.

La Estrella de cinco puntas, en el Oriente del Templo, es el símbolo del hombre perfecto, de Dios manifestado en el hombre, no en el Universo en su conjunto. (Significa: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre que está en los Cielos".)

La Estrella de siete puntas significa:
Las siete direcciones que conducen hacia la unión con la Vida Divina
Las siete vías de perfección;
Los siete rayos de Dios que colman el Universo con la Luz de Dios
Los siete Espíritus ante el Trono del Señor, quienes manejan las divisiones planetarias
Los siete poderes que el Mago adquiere durante su evolución
Los siete centros o fuerzas que reciben y emanan la energía vital, y que se radican en el cuerpo humano
Las siete dignidades que perfeccionan y completan la Logia, y representan los siete cuerpos o siete estados planetarios; y
Los siete poderes que el Mago adquiere de las vibraciones, o siete cualidades que el mundo científico conoce como mente, memoria, y canalizacion.
MIS ELFOS.

¿Conocen elfos? 

Los elfos son criaturas de la mitología nórdica y germánica que originalmente se trataban de una raza menor de dioses de la fertilidad y representados como hombres jóvenes y mujeres de gran belleza que viven en bosques, cuevas o fuentes. Se les consideraba como seres de larga vida o inmortales y con poderes mágicos. A pesar de sus orígenes y raíces nórdicas, también pueden ser comparados con las Hadas y otros seres de la cultura Celta. Pero, yo sé que también hay por aquí...

Los elfos son un gran enigma ; ya que dentro de sus leyendas, los elfos se desenvuelven casi al margen de los relatos; como los ecos de un mágico pasado que ha caído en desgracia. Afortunadamente para nosotros, el mito de los elfos jamás perdió del todo su antiguo esplendor: cedieron terreno ante otros seres mágicos, es cierto, pero sus sombras aún pueden sentirse como un susurro detrás del mito.

Nuestra visión sobre los Elfos ha cambiado enormemente en el último siglo; en gran medida esto se debió a la monumental obra de Tolkien, quien devolvió a los elfos parte de su antigua nobleza. Otro autor a quien debemos cierto homenaje es a Lord Dunsany, fantástico escritor del siglo XIX, en cuyas páginas abunda el esplendor élfico envuelto en la más honda melancolía. A los que hayan disfrutado "El Señor de los Anillos" les recomiendo la que es probablemente la mejor novela sobre elfos escrita por Dunsany; "The king of elflands daughter" (la hija del rey del país de los elfos).

Llamados alf o alfa en islandés, elfor o ellefolk en escandinavia, elfvar en Suecia; elv para los daneses, alfvar, alf, alfar o alfr para los germanos; aelpen y aelf para los anglosajones. Todos estas nombres tienen sus cimientos en la raíz indoeuropea albho, "blanco, brillante, resplandeciente", aunque otros afirman que proviene de la voz nórdica "evele", con la que se denominaba a los hombres de rasgos delicados. Este punto es cuestionable, ya que este término es posterior a los primeros relatos conocidos sobre los elfos. Igual, cada cual tiene sus elfos y con nombre propio.

Pues mi casa, mi auto, y sobre todo, mi heladera, están llenas de elfos. Son tremendos: anoche hice un flan y hoy, cuando me iba a servir un trozo…había desaparecido! También había logrado un poco de orden en mi escritorio y no intenten imaginar el desastre desde donde les escribo. Lo peor: han dejado un desparramo de tazas y vasos en la cocina, sin lavar, sin secar y sin guardar…Ah! Las toallas de mi baño están húmedas y en el piso! Y no sé qué ha pasado esta mañana en mi ausencia, pero hay mucha ropa fuera de los placares…es que hubo viento hoy, creo.

En fin…no me enojan, nunca me enojan.

Me cantan alegres cuando entro en éste, mi mundo, mi hogar, Sonríen, me despeinan, juegan, preparan chocolatadas con bizcochos, huelen a césped y tierra, traen las zapatillas sucias de sembrar y un puñado de anécdotas para contar en el bolsillo ¿Qué importa que sean desordenados con la vajilla? Son sabios para construir prolija la alegría.

Mis elfos son los bichitos de luz de la vida. Hacen cosquillas en el alma.
          MUY INTERESANTE ESTE CONTENIDO.

martes, 19 de febrero de 2013


"SIMON BOLIVAR"

Simón Bolívar y la Masonería

Monografias.com
"EL LIBERTADOR"
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"LEYENDA"
Según los historiadores Julio Mancini el Marqués de Villa Urrutia y Américo Carnicelli, el Libertador Bolívar, se inició en la masonería en 1803, en la Logia "Lautaro", que funcionaba en Cádiz, España, donde también se iniciaron José de San Martín, Bernardo O'Higgins, José Miguel Carrera, Juan Martínez de Rosas, Gregorio Argomedo, Juan Antonio Rojas, José Marra Zapiola, Carlos Marra de Alvear, Bernardo Monteagudo y Mariano Moreno, todos ellos próceres de la Independencia.
Estos tres historiadores coinciden en afirmar que el año de la iniciación masónica del Libertador Bolívar, fue 1803. Otro historiador, el español Urrutia, señala la misma fecha, pero sostiene que la Logia no se llamaba "Lautaro", sino "Caballeros Racionales".
En Cádiz, había en 1803, dos logias masónicas: "Lautaro" y "Caballeros Racionales". La confusión viene por las visitas que solÍa hacer Bolívar a la segunda de las nombradas.
La Logia "Lautaro", fue fundada en 1800 por inspiración de Francisco de Miranda, quien residía en Londres, haciendo planes para una expedición libertadora a Venezuela. Dicen que sugirió ese nombre en homenaje al caudillo araucano, que venció al conquistador Valdivia en 1554, en Tucapel (Chile).
A pesar de que Miranda nunca estuvo en la Logia "Lautaro" de Cádiz, porque su cabeza fue puesta a precio por los españoles, desde Londres a través de amigos que viajaban a la Península Ibérica, mandaba cartas y de ese modo mantenía contacto con dicho centro masónico. Más tarde, José de San Martín, fundó en Buenos Aires, Argentina, otra Logia "Lautaro", en recuerdo de la sociedad secreta de Cádiz. Después hizo lo mismo en Santiago de Chile y Lima, donde las Logias "Lautaro" fueron semillero de patriotas en la lucha por la independencia.
Monografias.com
PROCERES MASONES VENEZOLANOS
El Precursor Francisco de Miranda , Libertador Simón Bolívar , Simón Rodríguez, José María España, Manuel Gual, José Cortés Madariaga, José Félix Blanco, Andrés Bello, Juan Germán Roscio, José Antonio Páez, Carlos Soublette, Rafael Urdaneta, Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi ,Diego Bautista Urbaneja, Antonio Ricaurte, José Félix Ribas, Antonio José de Sucre, Daniel Florencio O'Leary, Gregorio Mac Gregor, José María Vargas, Santos Michelena, Antonio Leocadio Guzmán, José Laurencio Silva, Francisco Aranda, José Austria, José Tadeo Monagas, Pedro Gual, José Gregorio Monagas, Juan Manuel de Cajigal, Juan Vicente González, Juan Crisóstomo Falcón, Juan Bautista Dalla Costa, Laureano Villanueva, Lisandro Alvarado, Antonio Guzmán Blanco, Juan Antonio Pérez Bonalde, Rufino Blanco Fombona, Andrés Eloy Blanco.


viernes, 15 de febrero de 2013


El misterio de Fátima.
 

Existen seres de Luz adimensionales que utilizan nuestras cadenas (dogmas, creencias) para que nuestra limitada capacidad pueda entender el mensaje final que siempre nos advierten para el bien de la humanidad. Sin embargo, no debemos olvidar que hay "otros" que su propósito no es exactamente ese.

Para no dificultar la lectura en las diversas referencias al Ser de Luz que intervino como “la Virgen” en la trama, le seguiremos llamando “Virgen”, “Madre de Dios” o “Señora”, a pesar de que en realidad estos de seres se encuentren más allá de nuestra comprensión y de cualquier nombre o descripción mental que podamos realizar.

En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130 kilómetros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal. Hoy Fátima es famosa en todo el mundo y su santuario lo visitan innumerables devotos.

Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años, aún viva; Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas y premurosas.
Los tres habían recibido en casa una primera instrucción religiosa, pero sólo Lucía había hecho ya la primera comunión.

Las apariciones estuvieron precedidas por un "preludio angélico": un episodio amable, ciertamente destinado a preparar a los pequeños para lo que vendría.

Lucía misma, en el libro Lucia racconta Fátima (Editrice Queriniana, Brescia 1977 y 1987) ha relatado el orden de los hechos, que al comienzo sólo la tuvieron a ella como testigo. Era la primavera de 1915, dos años antes de las apariciones, y Lucía estaba en el campo junto a tres amigas. Y esta fue la primera manifestación del ángel...

Sería más o menos mediodía, cuando estábamos tomando la merienda. Luego, invité a mis compañeras a recitar conmigo el rosario, cosa que aceptaron gustosas. Habíamos apenas comenzado, cuando vimos ante nosotros, como suspendida en el aire, sobre el bosque, una figura, como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían un poco transparente. "¿Qué es eso?", preguntaron mis compañeras, un poco atemorizadas. "No lo sé". Continuamos nuestra oración, siempre con los ojos fijos en aquella figura, que desapareció justo cuando terminábamos (ibíd., p. 45).

El hecho se repitió tres veces, siempre, más o menos, en los mismos términos, entre 1915 y 1916.

Llegó 1917, y Francisco y Jacinta obtuvieron de sus padres el permiso de llevar también ellos ovejas a pastar; así cada mañana los tres primos se encontraban con su pequeño rebaño y pasaban el día juntos en campo abierto. Una mañana fueron sorprendidos por una ligera lluvia, y para no mojarse se refugiaron en una gruta que se encontraba en medio de un olivar. Allí comieron, recitaron el rosario y se quedaron a jugar hasta que salió de nuevo el sol. Con las palabras de Lucía, los hechos sucedieron así:

... Entonces un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar los ojos... Vimos entonces que sobre el olivar venía hacia nosotros aquella figura de la que ya he hablado. Jacinta y Francisco no la habían visto nunca y yo no les había hablado de ella. A medida que se acercaba, podíamos ver sus rasgos: era un joven de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como de cristal, y era de una gran belleza. Al llegar junto a nosotros dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Y arrodillado en la tierra, inclinó la cabeza hasta el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, levantándose, dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio (ibíd, p. 47).
En el prefacio al libro de Lucía, el padre Antonio María Martins anota con mucha razón que la oración del ángel "es de una densidad teológica tal" que no pudo haber sido inventada por unos niños carentes de instrucción. "Ha sido ciertamente enseñada por un mensajero del Altísimo", continúa el estudioso. "Expresa actos de fe, adoración, esperanza y amor a Dios Uno y Trino".

Durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal.

Pasó el tiempo y los tres niños fueron de nuevo a orar a la gruta donde por primera vez habían visto al ángel. De rodillas, con la cara hacia la tierra, los pequeños repiten la oración que se les enseñó, cuando sucede algo que llama su atención: una luz desconocida brilla sobre ellos. Lucía lo cuenta así:

Nos levantamos para ver qué sucedía, y vimos al ángel, que tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz.

El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo...". Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco... (ibíd., p. 48).

El ángel no volvió más: su tarea había sido evidentemente la de preparar a los niños para los hechos grandiosos que les esperaban y que tuvieron inicio en la primavera de 1917, cuarto año de la guerra, que vio también la revolución bolchevique.

El 13 de mayo era domingo anterior a la Ascensión. Lucía, Jacinta y Francisco habían ido con sus padres a misa, luego habían reunido sus ovejas y se habían dirigido a Cova da Iria, un pequeño valle a casi tres kilómetros de Fátima, donde los padres de Lucía tenían un cortijo con algunas encinas y olivos.
Aquí, mientras jugaban, fueron asustados por un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero. Dice Lucía:

A los pocos pasos, vimos sobre una encina a una Señora, toda vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos. Estábamos tan cerca que nos vimos dentro de la luz que la rodeaba o que ella difundía. Tal vez a un metro o medio de distancia, más o menos... (ibíd., p. 118).

La Señora habló con voz amable y pidió a los niños que no tuvieran miedo, porque no les haría ningún daño. Luego los invitó a venir al mismo sitio durante seis meses consecutivos, el día 13 a la misma hora, y antes de desaparecer elevándose hacia Oriente añadió: "Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra".

Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía.
Lucía precisó después que las apariciones de la Virgen no infundían miedo o temor, sino sólo "sorpresa": se habían asustado más con la visión del ángel.

En casa, naturalmente, no les creyeron y, al contrario, fueron tomados por mentirosos; así que prefirieron no hablar más de lo que habían visto y esperaron con ansia, pero con el corazón lleno de alegría, que llegara el 13 de junio.

Ese día los pequeños llegaron a la encina acompañados de una cincuentena de curiosos. La aparición se repitió y la Señora renovó la invitación a volver al mes siguiente y a orar mucho. Les anunció que se llevaría pronto al cielo a Jacinta y Francisco, mientras Lucía se quedaría para hacer conocer y amar su Corazón Inmaculado. A Lucía, que le preguntaba si de verdad se quedaría sola, la Virgen respondió: "No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios". Luego añade Lucía en su libro:

En el instante en que dijo estas últimas palabras, abrió las manos y nos comunicó el reflejo de aquella luz inmensa. En ella nos veíamos como inmersos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al cielo y yo en la que se difundía sobre la tierra. En la palma de la mano derecha de la Virgen había un corazón rodeado de espinas, que parecían clavarse en él. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que pedía reparación (ibíd., p. 121).
Cuando la Virgen desapareció hacia Oriente, todos los presentes notaron que las hojas de las encinas se habían doblado en esa dirección; también habían visto el reflejo de la luz que irradiaba la Virgen sobre el rostro de los videntes y cómo los transfiguraba.

El hecho no pudo ser ignorado: en el pueblo no se hablaba de otra cosa, naturalmente, con una mezcla de maravilla e incredulidad.

La mañana del 13 de julio, cuando los tres niños llegaron a Cova da Iria, encontraron que los esperaban al menos dos mil personas. La Virgen se apareció a mediodía y repitió su invitación a la penitencia y a la oración. Solicitada por sus padres, Lucía tuvo el valor de preguntarle a la Señora quién era; y se atrevió a pedirle que hiciera un milagro que todos pudieran ver. Y la Señora prometió que en octubre diría quién era y lo que quería y añadió que haría un milagro que todos pudieran ver y que los haría creer.

Antes de alejarse, la Virgen mostró a los niños los horrores del infierno (esto, sin embargo, se supo muchos años después, en 1941, cuando Lucía, por orden de sus superiores escribió las memorias recogidas en el libro ya citado. En ese momento, Lucía y sus primos no hablaron de esta visión en cuanto hacía parte de los secretos confiados a ellos por la Virgen, cuya tercera parte aún se ignora) y dijo que la guerra estaba por terminar, pero que si los hombres no llegaban a ofender a Dios, bajo el pontificado de Pío XII estallaría una peor.

Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sabrán que es el gran signo que Dios les da de que está por castigar al mundo a causa de sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, quiero pedirles la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora los primeros sábados. Si cumplen mi petición, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, se difundirán en el mundo sus horrores, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia... Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se le concederá al mundo un período de paz... (ibíd., p. 122).

Después de esta aparición, Lucía fue interrogada de modo muy severo por el alcalde, pero no reveló a ninguno los secretos confiados por la Virgen.

El 13 de agosto, la multitud en Cova era innumerable: los niños, sin embargo, no llegaron. A mediodía en punto, sobre la encina, todos pudieron ver el relámpago y la pequeña nube luminosa. ¡La Virgen no había faltado a su cita! ¿Qué había sucedido? Los tres pastorcitos habían sido retenidos lejos del lugar de las apariciones por el alcalde, que con el pretexto de acercarlos en auto, los había llevado a otro lado, a la casa comunal, y los había amenazado con tenerlos prisioneros si no le revelaban el secreto. Ellos callaron, y permanecieron encerrados. Al día siguiente hubo un interrogatorio con todas las de la ley, y con otras amenazas, pero todo fue inútil, los niños no abandonaron su silencio.

Finalmente liberados, los tres pequeños fueron con sus ovejas a Cova da Iria el 19 de agosto, cuando, de repente, la luz del día disminuyó, oyeron el relámpago y la Virgen apareció: pidió a los niños que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores. Pidió también que se construyera una capilla en el lugar.

Los tres pequeños videntes, profundamente golpeados por la aparición de la Virgen, cambiaron gradualmente de carácter: no más juegos, sino oración y ayuno. Además, para ofrecer un sacrificio al Señor se prepararon con un cordel tres cilicios rudimentarios, que llevaban debajo de los vestidos y los hacían sufrir mucho. Pero estaban felices, porque ofrecían sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.

El 13 de septiembre, Cova estaba atestada de personas arrodilladas en oración: más de veinte mil. A mediodía el sol se veló y la Virgen se apareció acompañada de un globo luminoso: invitó a los niños a orar, a no dormir con los cilicios, y repitió que en octubre se daría un milagro. Todos vieron que una nube cándida cubría a la encina y a los videntes. Luego reapareció el globo y la Virgen desapareció hacia Oriente, acompañada de una lluvia, vista por todos, de pétalos blancos que se desvanecieron antes de tocar tierra. En medio de la enorme emoción general, nadie dudaba que la Virgen en verdad se había aparecido.

El 13 de octubre es el día del anunciado milagro. En el momento de la aparición se llega a un clima de gran tensión. Llueve desde la tarde anterior. Cova da Iria es un enorme charco, pero no obstante miles de personas pernoctan en el campo abierto para asegurar un buen puesto.

Justo al mediodía, la Virgen aparece y pide una vez más una capilla y predice que la guerra terminará pronto. Luego alza las manos, y Lucía siente el impulso de gritar que todos miren al sol. Todos vieron entonces que la lluvia cesó de golpe, las nubes se abrieron y el sol se vio girar vertiginosamente sobre sí mismo proyectando haces de luz de todos los colores y en todas direcciones: una maravillosa danza de luz que se repitió tres veces.

La impresión general, acompañada de enorme estupor y preocupación, era que el sol se había desprendido del cielo y se precipitaba a la tierra. Pero todo vuelve a la normalidad y la gente se da cuenta de que los vestidos, poco antes empapados por el agua, ahora están perfectamente secos. Mientras tanto la Virgen sube lentamente al cielo en la luz solar, y junto a ella los tres pequeños videntes ven a san José con el Niño.

Sigue un enorme entusiasmo: las 60.000 personas presentes en Cova da Iria tienen un ánimo delirante, muchos se quedan a orar hasta bien entrada la noche.

Las apariciones se concluyen y los niños retoman su vida de siempre, a pesar de que son asediados por la curiosidad y el interés de un número siempre mayor de personas: la fama de Fátima se difunde por el mundo.

Entre tanto las predicciones de la Virgen se cumplen: al final de 1918 una epidemia golpea a Fátima y mina el organismo de Francisco y Jacinta. Francisco muere santamente en abril del año siguiente como consecuencia del mal, y Jacinta en 1920, después de muchos sufrimientos y de una dolorosísima operación.

En 1921, Lucía entra en un convento y en 1928 pronuncia los votos. Será sor María Lucía de Jesús.
Custodia de los secretos, Lucía ha revelado sólo dos: el primero trata de la visión horrible del infierno, el segundo de la difusión del ateísmo en el mundo a causa del bolchevismo y la segunda guerra mundial. Esta, había dicho la Virgen, estaría precedida por un gran signo: en efecto, la noche entre el 24 y el 25 de enero de 1939, víspera de la guerra, se vio en todos lados, también en Italia, un cielo rojo con resplandores blancos, que fue llamado "aurora boreal".

Sor Lucía vivió como monja carmelita en Coimbra, Portugal. Murió en febrero de 2.005.

Se sabe que, luego de concluir el ciclo de Fátima, Lucía ha tenido otras apariciones de la Virgen (en 1923, 1925 y 1929), que le ha pedido la devoción de los primeros sábados y la consagración de Rusia.

En Fátima las peticiones de la Virgen han sido atendidas: ya en 1919 fue erigida por el pueblo una primera modesta capilla. En 1922 se abrió el proceso canónico de las apariciones y el 13 de octubre se hizo pública la sentencia de los juicios encargados de valorar los hechos: "Las manifestaciones ocurridas en Cova da Iria son dignas de fe y, en consecuencia, se permite el culto público a la Virgen de Fátima".

También los papas, de Pío XII a Juan Pablo II, han estimado mucho a Fátima y su mensaje. Movido por una carta de sor Lucía, Pío XII consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María el 31 de octubre de 1942. Pablo VI hizo referencia explícita a Fátima con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II fue personalmente a Fátima el 12 de mayo de 1982: en su discurso agradeció a la Madre de Dios por su protección justamente un año antes, cuando se atentó contra su vida en la plaza de San Pedro.

Con el tiempo, se han construido en Fátima una grandiosa basílica, un hospital y una casa para ejercicios espirituales. Junto a Lourdes, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes y visitados del mundo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

"SECRETOS MASÓNICOS", ¿sabemos los masones de lo que hablamos? (3 fotos)
Los “secretos” y “misterios” masónicos, ¿sabemos los masones de lo que hablamos?
El aspecto más atractivo de la masonería (o masonerías) para la sociedad de este siglo
XXI, para poca gloria de la Fraternidad, son aquellos aspectos que invitan al sensacionalismo: sus supuestos “secretos” y “misterios”; su imaginada actividad, soterrada y oculta; sus poderosos miembros, políticos, intelectuales, empresarios,…líderes de las sociedades.

Un aspecto alimentado, en muchas ocasiones, por algunos miembros de la logias, quizá, porque su interés en la Masonería se generó en estas mismas falacias y mendacidades. A las cuales, equivocadamente, recurren, sin saber como sostenerlas, para justificar la “compensación psicológica” a sus propias vidas, por la que se han sentido motivados a ser “iniciados”. No es poco habitual encontrar algunos hermanos que con todo su ardor “pseudomasónico”, defiende enérgicamente estos “secretos”, y “grandes misterios”, exagerando, vanagloriando y ponderándolos, sin saber razonarlos, ni darles forma y realidad en su proceso “espiritual, iniciático y constructivo”.

Leemos en la obra, de Aldo Lavagnini, “El secreto Masónico” que “El llamado secreto masónico es justamente el punto sobre el cual más se ha especulado, y sobre el cual se basan los que condenan nuestra. Orden Augusta. No comprendiéndose su razón, ni su verdadera naturaleza, o sea, el carácter espiritual, iniciático y constructivo de ese secreto, no se quiere ver en el mismo más que un pretexto para fines execrables, o cuando menos tales que no pueden confesarse públicamente, por tenerle miedo a la luz del día.”

He encontrado en una obra de un autor antimasónico, del siglo XIX, un párrafo sobre los “misterios” de la masonería que me parece que contiene toda la fuerza y vigor para despertar a aquellos hermanos que aún esperan encontrarlos fuera de su propio proceso de esclarecimiento y construcción a través de los valores y del lenguaje metafórico elaborado con los símbolos y rituales adoptados de los antiguos maestros canteros.

La Masonería en España. Ensayo Histórico, D. Mariano Tirado Y Rojas, Tomo I, página 4. Madrid Imprenta de Enrique Maroto y Hernando, 1892: “A todos sus adeptos anuncia la masonería la revelación de grandes misterios; a los aprendices les dice que estarán en posesión de esos misterios cuando alcancen el grado de maestro; a estos les ofrece descorrer para ellos el famoso velo de los consabidos misterios así que sean iniciados en los grados llamados filosóficos, y a los que poseen estos grados, les va llevando de unos a otros en su variadísima escala, siempre en pos del ofrecido descubrimiento, y es lo cierto que la mayor parte de los que llegan al grado más elevado de la escala masónica, el 33 en el rito escocés, y sus correspondientes en los demás ritos, se siguen preguntando como el día de su iniciación en el grado de aprendiz: ¿Dónde estará este misterio?”

Y para terminar esta reflexión, recurro de nuevo a la página Web de la Respetable Logia Simbólica Cibeles Nº 131, en los Valles de Madrid, cuando dice: El secreto masónico existe, porque lo que permanece velado tras él es intransmisible a terceros, pues siendo consecuencia de reflexiones y vivencias esotéricas, tiene carácter íntimo y estrictamente personal y, más que un conocimiento, es un sentimiento. Se conoce o no se conoce. Se le reconoce o pasa desapercibido en función de la aceptación del proceso iniciático; pero no se transmite ni verbalmente ni por escrito... justo por eso es secreto.
Triple Abrazo Fraternal